Mi casa estaba hecha de carrizos
que crecieron cerca de
un río
mi padre tapió con
barro todas las hendijas
y no dejó una sola ventana
mi casa solo tenía un
portón
que no permitía entrar
a nadie.
El sol se filtraba por
los huecos oxidados de las calaminas
me inmovilizaba frente
a esa luz que parecía una estrella
el astro que florecía
desde ese pequeño agujero
calentaba la palma de
mis manos
descubría figuritas y
arcos iris
destellando dentro de
ellas.
Mi casa tenía un árbol
de espino
que prodigaba espinas para
reventar pus de mis heridas
nunca dio frutos
pero fue madre adoptiva
de los tordos y las
chilalas
de los pájaros que allí
hacían sus nidos
de los gallinazos que
me visitaban por las tardes
sin que nadie se
percatara.
Después de años transité
por la casa de mi mamá
ella quiso limpiar mis
huellas
derribó las paredes de
quincha donde inhumé tormentos
mi casa no existe
mi casa solo está en mi
memoria
en la fotografía.
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